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Mestre Waldemar

Mestre Waldemar da Paixão da Libertade nació en 1916 en Ilha de Maré (Salvador, Brasil). Falleció en 1990 a los 74 años de edad. Destacó en el mundo de la Capoeira por sus vistosos y coloridos berimbaus y por su inconfundible voz.

Su trayectoria en Capoeira comenzó con 20 años, en 1936, siendo alumno de Canário Pardo, Periperi, Talabi, Siri de Mangue y Ricardo de Ilha de Maré. Cuatro años más tarde empezó a enseñar Capoeira, primero al aire libre y posteriormente en una barraca de paja construida por él mismo. Su local se convirtió en el punto de encuentro de los Capoeiristas baianos, y su roda era valorada y frecuentada por los Capoeiristas más emblemáticos de Bahía.

En la obra “Bahía: imagens da terra e do povo” (1964) se describe cómo es una roda de domingo de Waldemar en el Corta Brazo, donde destacan las cualidades del Mestre como cantante. En concreto, dice así: “Con los tocadores a su lado el Mestre alza su voz, iniciando el canto. Los jugadores delante a dos y de cuclillas. Es lenta la tonada, que el Mestre canta como solista; los Capoeiristas con los movimientos aún más lentos, como las cobras comienzan a moverse. El visitante observa atentamente estos hombres ágiles y flexibles; parece que sus miembros reciben un impulso casi insensible desde dentro hacia fuera. No existe el contacto físico entre los jugadores, que con increíble agilidad manejan el momento de la defensa y ataque. Es un milagro que todos estos fuertes ataques sean respondidos con un otro, sin embargo, nadie se toca, nadie sale herido o agredido. Es un combate, es un baile que dura horas y horas”.

Mestre Waldemar se esforzó siempre en mantener una buena convivencia con todos los Capoeiristas, respetando al prójimo y disminuyendo conflictos. Según el Mestre, “Nunca tuve problemas o peleas con nadie, porque siempre fui respetado, nunca nadie me desafió. Me desafiaban los otros Mestres, que aparecían aquí para jugar, pero yo resolvía todo en mi cabeza”.

En cuanto a sus alumnos, Waldemar también aclaró lo siguiente: “Me respetaban mucho mis alumnos. Yo no aceptaba las peleas, cuando intentaban pelearse, les llamaba al pie del berimbau y allí se acababa todo”.

Además de ser un buen cantante, también destacó en Capoeira por ser un gran jugador. Él argumentaba lo siguiente: “Cuando yo jugaba, decía: ”toca una angola dobrada” y, entonces jugábamos uno con otro, bien cerca, un juego de dentro, pasando, armando tesoura, en la guardia bien baja. Me estoy viendo jugar. Jugué mucho. Me gustaba jugar lento para saber que estaba haciendo. Mi cantar mueve las personas. Yo canto para cualquier uno conseguir jugar. A mis alumnos, les decía que iba a cantar y ellos ya sabían que quería: são bento pequenho. Era mi primer toque. Para otro tocador decía “de arriba para bajo” y, él ya sabía que era são bento grande. Para el viola decía: “variaciones” y, él hacía el viola “llorar”.